carta abierta al mundo


Querido mundo, prometo viajarte tanto como pueda. Mucho, fuerte y lejos. Descubrirte. Que me lluevas y me empapes. Que ardas bajo mis pies y calientes mi cabeza. Prometo pisarte, nadarte hasta la boya y más allá. Recorrer todos y cada uno de tus ángulos, recovecos y comisuras. Descansar en los lugares más hermosos y hallar la magia en los más hastíos. Quererlos igual. Gritaré con la boca abierta. Odiaré las moscas. Treparé los árboles y hallaré las piedras más bonitas de todas las playas. Lo prometo. Surcaré el aire. Dejaré que el agua acaricie mi piel en la orilla de los siete mares. Broncearé mi alma en tus costas sin gente. Subiré montañas y brincaré desde la roca más alta al lago más secreto. Me bañaré en arcilla. Enredaré mi cabello con la sal y lameré los labios más tiernos. Sean, o no, del sabor del caramelo. Prometo retratar tus colores. Inmortalizar tus formas en mi retina. Conocer a tus personas y degustar los sabores de sus platos. Tus platos. Compartir la vida contigo. Sorprenderte y que me sorprendas. Penetrar sacos de legumbres con mi mano desnuda y sentir el tacto de sus frutos. Tus frutos. Prometo aprender a amar lo que más deteste de ti. Y celebrar que te respiro cada día. Que tú me quieres tanto como yo a ti. Que consigues que el rocío brille en las hojas más llanas. Que nunca dejarás que pasemos por debajo de un arcoíris o que palpemos las nubes de algodón. Celebraré que el Sol germina cada mañana y se ausenta cada noche. Que la luna en el mar riela y la luz despierta diferente en cada lugar. Que pasaré noches en vela observándote. Admirándote mientras duermes. Porque sé que la paz que tú me puedes dar, en pocos la hallaré. Mundo, prometo no hacerte más promesas, y que lo que prometo sea para siempre. Hasta que el cuerpo deje de quererlo.

Y solo te pido una cosa, ¿me acompañas?