incertidumbre


Total, que rodeo el pomo con mi mano derecha notando el acero. Está frío. Presiono y abro la puerta. Despacio, miro el interior de la antesala. Al poco, cuando mis retinas se acostumbran a la oscuridad, reparo en la lucecita que alumbra la siguiente puerta. Como si detectara mi presencia, parpadea no dos, ni tres, sino ocho veces. Sonrío. Levanto la mirada y veo una hermosa cristalera. Recorro la antesala hasta el fondo y mientras me dispongo a abrir la siguiente puerta me doy cuenta de que no sé cómo empezará este año pero terminar, terminará regordete y muy guasón.