ocean souls


Piénsalo. Acuérdate de la última vez que te sentiste vivo. Te sacrificaste y te llamaron egoísta. Gritaste tus miedos al mar y lamentaste tus anhelos al sol. Te dolió. Te dolió y aún y así, volviste. Una y otra vez. A bailar, a volar, a rezar. A conectar y entregarte al océano. A susurrarle a la brisa y silbarle al viento: libertad.

Libertad por desaparecer. Por evadirte y surfearlo todo. Perder el norte en busca el sur. Apagar tus pensamientos. Sentir paz. Y dejar la mente en azul. Azul del mar al que desafías. Con tu nervio, con tu garra, con tu fuerza. Se lo pides todo. Y se lo das todo. Te lanzas a él sin temor. Brindándote a la naturaleza.

Naturaleza que te inspira. Tu musa. Fuente salada, de belleza injustificable. Sentimiento irracional por alguien que no es nadie y lo es todo para ti. Para ti que te desvives. Que esperas y desesperas. Con resaca en la piel, sal en los labios y tiempo en las huellas. Con el cuerpo hastío de remar. Y aun así, sigues remando.

Remando con valor. Devolviendo tus lágrimas al mar. Sonriendo. Porque las mareas son vivas. Y aunque las olas siempre se van, igual tú, siempre vuelven.