¿por qué sonríen los monstruos?


Lo hacen desde el útero materno y en una fracción de cero coma cero un segundos, flexionando doce músculos alrededor de la boca, una media de cuatrocientas veces al día. Involuntaria y espontáneamente. Incluso con los ojos, como la teoría de un tipo (muy limpio y francés) llamado Duchenne. A menudo, sonreímos por nervios con la boca pequeña y las facciones congeladas. Con educación, cinismo o travesura. Con sinceridad, cordialidad o mimética. De oreja a oreja. Con los labios pintados de carmín o pesto entre los dientes. Enseñando la ortodoncia. Marcando la diferencia. Expresando, a través de la inclinación de una fina línea. La sonrisa conlleva la exhibición de un montonazo de dientes con baba que dejar ver simpatía, empatía y encía. Que hacen que lo malo sea menos malo y lo bueno, aún mejor. El único idioma universal con patas de gallo. El único fármaco natural que libera endorfinas, interpretado por Leonardo en la Mona Lisa y por Julie Andrews entre lágrimas. Algunos adultos, con los años, la pierden. Igual que la inocencia, las canicas y el anhelo por ser astronauta. Pero nosotros, que creemos y creamos; que pintamos, contamos cuentos y tenemos ideas de bombero, queremos recuperarla.

It’s great when monsters smile.